Sebastián N. Lalaurette es periodista en el diario argentino La Nación y editor de la revista literaria Sismo Trapisonda.
Con motivo del sobreseimiento de Horacio Potel en la querella que le promoviera la Cámara Argentina del Libro, Lalaurette publicó en su blog "Tecleando espero" la nota con la que Andrea Ruiz, esposa de Potel, dio a conocer la feliz noticia y agradeció con emocionadas palabras a toda la gente que se nucleó alrededor de un proceso que a muchos nos sumió en eso que llaman "vergüenza ajena". Y en la ira.
Vale la pena la lectura de esa nota y también la de la que poco tiempo antes, cuando se había dictado el procesamiento del querellado, publicara Lalaurette bajo el título "Horacio Potel, la filosofía, el dinero y la policía intelectual".
De esa nota destaco esta frase:
"Sí estoy seguro de algo: el juicio contra Potel podrá tener base jurídica, pero es una afrenta a la ética y una amenaza para toda la esfera cultural"
Un pensamiento que compartimos, expresado por José Ingenieros en las palabras que siguen, palabras que hemos recordado y repetido y seguiremos recordando y repitiendo en nuestro blog en tanto sigan vigentes leyes que, presentadas bajo el engañoso ropaje de la "propiedad intelectual", los "derechos de autor", las "patentes", no son más que herramientas puestas al servicio de un grupo de corporaciones, cuyos intereses mercantiles gozan de privilegios por encima de los derechos fundamentales de los pueblos, cuales son los de acceso a la cultura, a la salud, a la justicia.
"La justicia es el equilibrio entre la moral y el derecho.
Tiene un valor superior al de la ley.
Lo justo es siempre moral; las leyes pueden ser injustas.
Acatar la ley es un acto de disciplina,
pero a veces implica una inmoralidad.
Respetar la justicia es un deber del hombre digno,
aunque para ello tenga que elevarse
por sobre las imperfecciones de la ley"
(José Ingenieros, "Las fuerzas morales", parágrafo 23.)
Vea nuestra entrada vinculada La cultura a juicio, aquí y allá donde hallará el texto completo de la citada obra de José Ingenieros. Un opúsulo de poco más de veinte páginas que vale la pena leer.